Olivos que se entremezclan con la gracia de un verde color de Esperanza
Por Luis Rossi
La nueva cruz de guía asomaba por el dintel de la puerta lateral de la Iglesia de San Paulino. Madera de roble, con plata repujada los cuatro extremos y el escudo de la Cofradía en el centro. En el estandarte de la entidad, como recuerdo de aquella fecha, la insignia por su participación en el Vía Crucis Diocesano del pasado verano, con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Así, salía a la calle el cortejo con una hilera de penitentes verde olivo que adornaron el silencio en una noche fría, con miedo a la posible lluvia, pero con la mirada puesta en un verde esperanza que pronto llegaría. Primero su Hijo “Aparta de mí este cáliz lleno de vida”.
El ángel confortador y el resto de las imágenes completando un completo paso de misterio, algo aliviado de peso y sin esa luz que casi dejaba a la imagen de Jesús orando en el Huerto de Getsemaní, como una parición fantasmal. Y como estreno, una cuadrilla. Un nuevo grupo formado por gente nueva y experta que puede darle mucho estabilidad si continúan con la seriedad en el futuro.
De Gracia y Esperanza su nombre. María con una aspecto angelical, con el ceño fruncido y con su condición de madre a las espaldas. Un verde cautivador que rompe la oscura noche del Martes Santo. La Cuadrilla de la Hermandad de la Virgen del Carmen portando a su madre, acompañados por la Banda de Música de Barbate. Buen paso por la tribuna de la Carrera Oficial y un cortejo que gana en las calles más estrechas, destacando Cristo de Medinaceli, a su salida a la avenida del Río Barbate. Otro Martes Santo que se cierra con una Cofradía que cuenta ya con 40 años de historia y un futuro esperanzador.
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