Soledad
Soledad de Viernes
Santo en un Santo Entierro interrumpido por la lluvia
Luis Rossi
Decisión. No es fácil tomar decisiones en unos momentos complicados, cuando ya llevas un par de años de intranquilidad e incertidumbre y queriendo mostrar el trabajo de todo un año a la calle. Además, como motivo más importante, regar las calles de la belleza de una Soledad de luto por la muerte de su Hijo.
Después de una tarde intensa, los diferentes partes eran poco halagüeños de cara al Viernes Santo, sin embargo, había una pequeña esperanza. La Junta de la Hermandad de la Soledad y Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo tomó la decisión. Equivocada o no, eso que lo juzguen otros, fue una decisión soberana y hay que acatarla.
Así, todo se dispuso a partir de las 21 horas para que media hora después la entidad pusiera su cortejo en la calle.
Entre las novedades, un ángel recuperado y restaurado, con todo éxito, de aquellos que llevara la antigua urna de Cristo. Un Santo Entierro, el actual, que en ocasiones sufre la delicada belleza de su Madre, pero que, no en vano, es una obra maestra del imaginero Luis González Rey. Muy bien exornado, con claves sangre toro, y ese halo de misterio que envuelve un féretro desnudo, que impacta al mirar los detalles. Como portadores del santo sepelio, la Asociación de Cargaores del Ecce-Homo.
La Guapa. La Soledad. Vestida con gran sutileza para la cita, varios años ya a un altísimo nivel, por tanto la corona de espinas en la mano derecha, y los tres clavos en la izquierda. Candelería acompañada de velas rizadas y otro estreno, una imponente cruz tallada en los talleres de González Rey. Hermosa, al par que sobria, como muestra de la solemnidad y recogimiento que desde hace unos años ha impulsado esta hermandad. De ahí la decisión tomada el año pasado de no llevar acompañamiento musical alguno. La Asociación de Cargaores del Santo Entierro, este año a costal y con la virgen, estrenaba capatacía (aunque también lució chaqueta el antiguo hermano mayor de la entidad) y pese a lo frustrado del recorrido fue hermoso.
Lo cierto es que se intentó llevar a cabo un itinerario alternativo, que fue imposibilitado por las gotas de lluvia que salpicaron el histórico manto. A la altura de Pío XII, el cielo se cebó con el cortejo y tuvieron que caminar sobre sus propios pasos para introducirse cuanto antes en el refugio de San José. Aplausos, esfuerzo y lágrimas.
Afortunadamente, cada vez se tiene más la conciencia de que una Hermandad no es cosa de un día al año y, por ello, este grupo de cofrades se sabrá reponer de lo ocurrido y, lo que es lo más importante, seguirán pensando en lo que es mejor para sus hermanos y para sus titulares.
FOTOS CEDIDAS POR SARA RUIZ FLOR
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