Huerto y Esperanza
Recogiendo los frutos sembrados en el Huerto de la Esperanza
Fotos y texto: Luis Rossi
Un año para quitarse una espinita. Un año para sentir el
Martes Santo por las raíces de los olivos tras una mala experiencia el año
anterior debido a las inclemencias meteorológicas. Un trabajo serio y duro el
llevado a cabo por los hermanos de una Cofradía que está empezando a
reencontrarse tras la transición de los ‘viejos’ a los nuevos. Y la
materialización perfecta de este concepto es la Esperanza. Un paso de palio al
que todavía le falta mucho, pero que ya se atisba el cambio que puede llegar a
tener, con ese frontal de plata realizado en Orfebrerías Angulo. Lució
espléndido.
Otro de los puntos ‘a favor’ de este año ha sido, sin lugar
a dudas, el cambio de horario. El adelanto a las 20.30 horas ha hecho que se
disfrute del día y la noche, al igual que sucede con el Ardero, Jesús empezó
orando en Getsemaní con los últimos rayos de sol y acabó con una noche
alumbrada. Por eso, la salida fue histórica, donde el verde fue el protagonista
indiscutible de la escena. Antifaces, capas, olivos, manto, caídas se fundieron
con los árboles del parque de la Inmaculada, al son de la acertada Agrupación
Musical Virgen de las Angustias de Chiclana. La única pena, en este sentido, es
la ausencia de un segundo acompañamiento musical para la Esperanza. En tiempos
donde la abundancia no sobra, es normal que estas cosas se den a cabo, mejor
afianzarse que pasar penurias innecesarias. No obstante, ni que decir tiene que
las cuadrillas mostraron su buen hacer por las calles, a destacar la
experiencia que va tomando la cuadrilla del Huerto, pero a la que todavía le
queda trabajo por delante. Quizás algo más a la del Carmen.
El paso por Tribuna estuvo impecable. Cofradía corta a su
paso, pero elegante en sus formas. Detalles cuidados, como el paso de la virgen
y el excelente misterio. Uno de los más pesados y completos de la Semana Santa
barbateña, donde resalta imponente un Cristo en el momento culmen de la hematidrosis.
Casualidades o no, igual que la luna, conocida como ‘luna de sangre’. Expresión
intensa de alguien que sufre por lo que está por llegar. “Aparta de mí este
cáliz”. Una imagen que ya en el Vía Crucis sorprendió con esa túnica roja y que
realzó la figura de esta magna obra artística.
Como broche final a una noche misteriosa, un encuentro sobrio
y discreto por San Paulino. A la hora prevista de recogida, la Cruz de Guía se
ocultaba hasta un nuevo año, no sin ver a los dos titulares fundirse en un
caluroso abrazo con cientos de fieles de testigos. La Cofradía de verde olivo
se despedía hasta el próximo año, con la tranquilidad de haber realizado una
solemne estación de penitencia en la calle y con la esperanza puesta en que los
años que llegan vuelvan a darle el realce que se merece la hermandad del Martes
Santo barbateño.
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