¿Quién no tiene en mente una popular canción a modo de sevillana que las gentes de Barbate le cantaban a las de Vejer? El estrecho vínculo que separa a las dos poblaciones, que una etapa de la historia fueron una, se disipa con la confraternización que se realizaba cada séptimo día del quinto mes del año en el Santuario cercano al río Barbate.
El día 7 de mayo era un día de fiesta. Un día donde los barbateños iban a visitar a su patrona (entonces) y que, con respeto a la Virgen del Carmen, se celebraba hasta un día de fiesta en su honor. No en vano, durante muchos años la fiestas en honor a la Virgen de la Oliva se celebraba en el mes de septiembre, cuando, en la calle Real, en tiempo de la segunda república, había una velada en su nombre.Con la segregación de Barbate del municipio de Vejer, los habitantes no dejaron de lado a la protectora mariana y se empezó a instituir el día 7 de mayo como día oficial de Barbate en el Santuario. Sin embargo, poco a poco, Vejer ha ido tomando partido en el asunto y haciéndose con el control de la fiesta. Hasta tal punto que el 7 de mayo dejó de ser fiesta local y la Romería de la Fátima, también en mayo, comenzó a gestarse, impulsada por los políticos de la época.
Antonio Morillo, el que fuera alcalde de Vejer, evoca en un publicación de Diario de Cádiz un episodio tras el que surgió, según él, la romería de Fátima:
"Unas mujeres de Barbate acudían los martes al Santuario de La Oliva a rezarle a San Nicolás de Bari y el cura que había entonces se enfadó e intentó disuadirlas. Aquí se viene a rezar a la Virgen de la Oliva, las reconvenía el sacerdote.
Ellas no le hacían caso. Seguían caminando desde su pueblo hasta el santuario a postrarse ante San Nicolás. Dice Morillo que el cura solucionó sin medias tintas lo que consideraba un problema. Retiró la imagen del santo y se acabaron las visitas al Santuario de las mujeres de Barbate".
Hasta hace muy poco, el pueblo de Barbate seguía yendo a venerar a su patrona oficial (la Virgen del Carmen no fue hasta 2010). Las cuitas políticas que se fueron cosechando entre municipios hermanos y el sentido de la propiedad del pueblo de Vejer (no en vano es su patrona) hicieron que todo este fervor menguara de alguna forma.
Ahora, ese día queda en un recuerdo y aunque se recuerda, pocos son los que cantan esa famosa coplilla que ironizaba con la rivalidad entre los vejeriegos y barbateños: "El día 7 de mayo en la Oliva me encajé".
Texto: Luis Rossi
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